Por Chelo Mil
El sol indignado escucha mi lamento, lo de siempre: la soledad, la ausencia de amor y el exceso de pantallas.
Yo igual le digo que sigue siendo mi buena estrella, el destino de mis suspiros, los del futuro. Porque habrá suspiros, me lo dijo hace un tiempo una galletita de la suerte en el barrio chino, es una promesa.
Suspiros, gemidos y jazmines, escribí en mi primer libro, aquel de adolescencia, los bravos soldados, que batallan, que destierran, que matan la muerte.
Menuda fórmula …
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